Generosidad Contagiosa, ¿que tiene que ver conmigo?
Escrito al comienzo de la pandemia en 2020. Inspirado por la realidad de ese momento y este video del Proyecto Biblia: Generosidad
Dios es por naturaleza generoso. En la creación no sólo colocó al hombre y la mujer en un jardín donde les dijo que podrían comer de todos los árboles a su alrededor (con una excepción), sino que más importante, fue generoso con su presencia, dándose a sí mismo para que lo podamos disfrutar en toda su plenitud. No teníamos nada de qué preocuparnos. Dios es un gran huésped que nos recibe en su fiesta la cual no sabremos cuándo terminará, solo sabemos que siempre habrá más de lo que jamás podríamos necesitar. (Gén. 1:29)
Claramente no todo quedó así, el mundo en el que vivimos hoy es muy diferente. El elegir vivir en nuestros términos tiene como raíz la desconfianza de que Dios no es generoso, de que Dios no puede proveer todo lo que necesitamos. Por lo tanto que la única forma de subsistir es tomando las cosas por mi propia cuenta, siguiendo mi sabiduría, poniendo mis reglas del juego, no creyendo que Él ofrece lo mejor que jamás podríamos tener y por lo tanto, despreciando su generosidad. (Gén 3:4-7) Esta elección nos lleva a cada uno de nosotros a la mentalidad de acumular más de lo que necesitamos, a vivir por encima de nuestras necesidades. Aunque no seas de los que salieron a vaciar las góndolas de los supermercados o te hayas comprado hasta el último papel higiénico, todos pasamos por momentos donde preferimos gastar en nuestros pequeños lujos ignorando la necesidad de los que nos pasan por el costado. Así es que los ricos se hacen cada vez más ricos y los pobres más pobres. Ojo, no estoy hablando de política ni ideologías económicas, estoy hablando de la naturaleza, de lo que nos surge del interior sin importar que tan generoso creas que sos. Esta necesidad que sentimos de “cuidar de nosotros mismos”, de acumular para las necesidades del mañana son las que generan que los recursos si falten, que haya gente que realmente no tenga qué comer, dónde vivir o cómo pagar sus cuentas.
Ese es el mundo en el que creció Jesús. Vivía bajo la opresión romana que rompía con la economía de cada familia con impuestos tan ridículos que llevaba a muchos a tener que vender sus tierras e incluso venderse como esclavos. Si algún romano de jerarquía quería, podría poner en cuarentena a toda una ciudad. En el entorno del nacimiento de Jesús, un falso rey títere de los romanos con mucha inseguridad y celos causó la mayor masacre infantil en siglos al ordenar la matanza de todo niño recién nacido (Mateo 2:16). La gente de la época de Jesús sí que tenía razones para acumular y buscar tener muchos “plan b” frente a cualquier posible desastre. Por eso es tan tremendo que Jesús les dijera que no debían preocuparse por el mañana, que si ellos daban el paso de confiar en Dios, de buscar si reino, de vivir como si hubiéramos vuelto a ese jardín del Edén, todas las cosas que necesitamos las tendríamos garantizadas (Mateo 6:25-34).
“Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? … »Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy.” Mateo 6:25 y 34
Lo que Jesús plantea es ridículo. Nos plantea una forma de vivir que no parece posible. Nosotros sabemos por experiencia propia o de gente cercana que las cosas SI faltan, la gente si se puede quedar sin comida, sin lugar para vivir, etc.
2 Cosas que no podemos pasar por alto:
1) Jesús no promete prosperidad según nuestros ideales: ¿Notaste qué cosas dice Jesús que no faltarán? Si, alimento y vestido. También sabemos por la vida diaria que Él es mucho más generoso que eso, pero para Jesús estas cosas parecen abarcar buena parte de lo que son nuestras “necesidades”. ¿Acaso nos sería suficiente esta promesa? ¿Estaríamos conformes con lo que Dios nos promete o como le pasó a Adán y Eva, le diremos a Dios que nosotros queremos proveernos a nuestra manera?
2) Jesús le promete esto a quienes buscan su reino: El que busca el reino lo encuentra, Jesús vino a anunciar que junto con su llegada, el reino de los cielos se había acercado, y que la entrada era posible con tan solo arrepentirnos, volver a buscar el camino de Dios en nuestras vidas, elegir su sabiduría. Cuando entramos al reino de Dios, no lo hacemos solos, entramos a un reino pero también a una gran familia que confiados en la bondad y generosidad de Dios, ya no sentimos la necesidad de acumular para nosotros todo lo que podamos echarle mano. Es así que como vemos en Hechos 2, Jesús cumple su promesa de que tendremos todo lo que necesitamos a través de su misma iglesia poniendo en práctica una generosidad radical que solo es posible en aquellos que buscan el reino de Dios:
“Todos los creyentes se reunían en un mismo lugar y compartían todo lo que tenían. Vendían sus propiedades y posesiones y compartían el dinero con aquellos en necesidad. Adoraban juntos en el templo cada día, se reunían en casas para la Cena del Señor y compartían sus comidas con gran gozo y generosidad.” Hechos 2:44-46
La generosidad radical es una acción que parte de los corazones transformados de quienes forman parte de La Iglesia, hombres y mujeres que confían en un Dios infinitamente rico y generoso, esta confianza nos libera a soltar aquellas cosas que nos cuesta compartir.
En 2 de Corintios 8:1-15 vemos a Pablo recordar a la iglesia su compromiso “olvidado” con la iglesia de Jerusalén que estaba pasando por gran necesidad. En nuestro caso, nos podría ser muy fácil ponernos como excusa “válida” que nosotros también estamos mal económicamente o no tan bien como nos gustaría y que por lo tanto alguien más debería ayudarnos a nosotros. Sin embargo, Pablo pone como ejemplo la iglesia de Macedonia, quienes desde su pobreza, tenían tanto gozo que según Pablo ese gozo se “desbordó” en forma de generosidad. Vieron la situación como una oportunidad de ser usados por Dios.
En estos tiempos tan difíciles, inestables, donde no sabemos qué pasará mañana, si sabemos qué podemos hacer hoy… confiar un Dios generoso y ser la respuesta a las oraciones de aquellos que están en necesidad.